jueves, 12 de marzo de 2009

Arqueología de la Península Ibérica III: Santorcaz (Madrid)



Esta vez, en esa miniserie que le dedico a los mejores yacimientos arqueológicos de la Península, he querido coger uno que me es cercano por doble motivo. Primero porque está cerca de donde vivo, Madrid, y segundo, porque he tenido el gran privilegio de trabajar en él. Me refiero a Santorcaz (Madrid).
En este pequeño pueblo no lejano a Alcala de Henares se encuentra uno de los "oppidum" de origen celta más grandes de la Península. Su nombre concreto es el de Llano de la Horca. Da la circunstancia de que no hay constancia de que haya sido citado por fuentes escritas. En la actualidad apenas hay una pequeña parte excavada y es posible que jamás se excave en su totalidad...

Este poblado ha sido adscrito, con escaso margen de error, a los carpetanos. Este fue otro de los pueblos indígenas de raiz indoeuropea que ocuparon todo el centro, norte y oeste de la Península. El territorio carpetano se extendió por las actuales provincias de Madrid y Toledo. El yacimiento situado en Santorcaz sería posiblemente uno de sus poblados más grandes.



Actualmente están excavadas unos 1.600 metros cuadrados, aunque es posible que el poblado llegara a las 10 hectareas. Tendría ocupación entre los siglos III y I a.C., posiblemente vivirían de una agricultura muy especializada, aunque los restos que han aparecido demuestran que estas gentes dominaron el trabajo de la cerámica y la metalurgia. De hecho, mientras estaba trabajando allí, pudimos consolidar lo que parecían dos hornos de cocer cerámica.
Lo que actualmente está al descubierto es un pequeño sector donde han aparecido un grupo bastante abigarrado de casas familiares, pero que muy posiblemente tuvieran actividad económica en el propio domicilio. A su vez, han aparecido muy bien conservadas dos calles que discurrían en paralelo, lo que evidencia cierta organización urbanistica y una inequivoca influencia romana. Las calles tenían empedrado y no es dificil averiguar algunas basas de columna q pudieron formar soportales en las casas.
Estas casas tendrían zocalos de piedra (conservados), paredes de adobe y techumbres de paja. Algunos recintos han aparecido con huellas de quemado y paredes de adobe colapsadas hacia dentro, lo que refuerza esta teoría.
Entre los restos aparecidos, puedo dar fé personal de que cada día se retiraban grandes cantidades de restos cerámicos de diversas calidades, aunque muy pocos de ellos tenían algo rastro de decoración. Los objetos metálicos han sido más raros, pero no eran del todo infrecuentes, y de hecho han aparecido algunas escorias de hierro, placas de bronce (alguna decorada) y pequeños clavos y apliques de metal. También ha aparecido algo de vidrio. También ha aparecido material lítico, en forma de manos de molino, cantos de talla o proyectiles de honda.


Es literalmente imposible decir nada sobre la vida religiosa y funeraria de este pueblo, ya que el registro arqueológico no ofrece ninguna pista. Y en cuanto a la belicosidad, las fuentes mencionan que los carpetanos eran conocidos y apreciados por su belicosidad, llegando a servir como mercenarios al ejercito cartaginés. No se han hallado restos de armas u otros instrumentos bélicos (salvo algunas puntas de flecha y boliches de honda), pero es de presuponer que estos existieran.

El yacimiento se encuentra ya en fase de interpretación, y los trabajos para su puesta en valor como parque arqueológico ya han comenzado, llevandose a cabo algunos trabajos de consolidación. Desde aquí animo a todos los que vivaís por Madrid a acercaros los días que se celebren jornadas de puertas abiertas, donde Gabriela Martens, Miguel Contreras, Enrique Baquedano y Gonzalo Ruiz Zapatero (directores del yacimiento) os explicarán con todo lujo de detalles más cuestiones acerca de Llano de la Horca. Aprovecho para enviarles un saludo desde aquí.

Por supuesto, os recomiendo también que esteís atentos a dichas jornadas y que no vayais en cualquier momento. En primer lugar porque en invierno el yacimiento esta totalmente tapado, y no se va a poder ver nada (ni a rapiñar nada, ahorraros la molestia) y en segundo lugar, porque un yacimiento arqueológico es un hervidero de actividad en jornada de trabajo, de modo que ir a un yacimiento sin avisar y metiendose por medio solo consigue molestar y aumentar el riesgo de que suceda un accidente.

Animaros y pasaros el día de puertas abiertas, os aseguro que impresiona. Las fotos que acompañan a este texto las tomé yo mismo mientras trabajaba allí.

Un saludo a todos.

Falgarth

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